Hace algunos meses mi mamá me contó una historia que le sucedió cuando era una adolescente.
Resulta que estaba en la secundaria y tenía un compañero de aula que era muy lindo, su madre era maestra de una escuela primaria y su papá era chofer de la guagua (autobús) de transporte escolar. Ambos eran personas decentes y muy queridas en el vecindario.
Una tarde el muchacho iba en su bicicleta camino a casa cuando un hombre le pidió que lo adelantara. Con mucho gusto él se brindó a hacerlo y el hombre se montó. Cuando habían recorrido un tramo el señor se sacó una jeringuilla del bolsillo del pantalón y le inyectó una sustancia para dormirlo.
Por un tiempo no se supo nada del niño, hasta que lo dieron por perdido. Como su padre era chofer, logró movilizar un grupo de guaguas que iban y venían cargadas de personas del pueblo que andaban en busca de su hijo. Recorrieron gran parte de la provincia pero no hallaron rastro alguno del chico.
Finalmente decidieron ir a ver a un palero (persona que practica la religión de santos y muertos) y este hombre le dijo que el niño estaba de cara al sol. Fueron a buscar en el oriente, por donde sale el sol y dieron con el niño. Estaba sentado con las piernas cruzadas en la hierba en un campo, le habían inyectado formol (líquido que le inyectan a los muertos para endurecerlos antes de enterrar) y le sacaron el corazón. Los pájaros le estaban terminando de comer los ojos.
Cuando comenzaron a hacer las investigaciones descubrieron que el hombre que el niño llevó en su bicicleta era un brujero que había sido contratado por una enfermera y su marido que era prófugo de la justicia. La intención era que el brujero hiciera un trabajo para que la policía no buscara más a su marido. El brujero lo que necesitaba era un corazón joven para el trabajo. La enfermera colaboró sacando las inyecciones y los elementos para operar del hospital.
Luego la policía hizo un levantamiento hospital por hospital buscando a la enfermera, pero nunca apareció.
En el entierro de tuvo que sellar el cristal del ataud con fotos del niño. La mamá del niño fue internada en un hospital psiquiatrico y murió a los pocos meses. Su padre aún vive y es un alcohólico.
Resulta que estaba en la secundaria y tenía un compañero de aula que era muy lindo, su madre era maestra de una escuela primaria y su papá era chofer de la guagua (autobús) de transporte escolar. Ambos eran personas decentes y muy queridas en el vecindario.
Una tarde el muchacho iba en su bicicleta camino a casa cuando un hombre le pidió que lo adelantara. Con mucho gusto él se brindó a hacerlo y el hombre se montó. Cuando habían recorrido un tramo el señor se sacó una jeringuilla del bolsillo del pantalón y le inyectó una sustancia para dormirlo.
Por un tiempo no se supo nada del niño, hasta que lo dieron por perdido. Como su padre era chofer, logró movilizar un grupo de guaguas que iban y venían cargadas de personas del pueblo que andaban en busca de su hijo. Recorrieron gran parte de la provincia pero no hallaron rastro alguno del chico.
Finalmente decidieron ir a ver a un palero (persona que practica la religión de santos y muertos) y este hombre le dijo que el niño estaba de cara al sol. Fueron a buscar en el oriente, por donde sale el sol y dieron con el niño. Estaba sentado con las piernas cruzadas en la hierba en un campo, le habían inyectado formol (líquido que le inyectan a los muertos para endurecerlos antes de enterrar) y le sacaron el corazón. Los pájaros le estaban terminando de comer los ojos.
Cuando comenzaron a hacer las investigaciones descubrieron que el hombre que el niño llevó en su bicicleta era un brujero que había sido contratado por una enfermera y su marido que era prófugo de la justicia. La intención era que el brujero hiciera un trabajo para que la policía no buscara más a su marido. El brujero lo que necesitaba era un corazón joven para el trabajo. La enfermera colaboró sacando las inyecciones y los elementos para operar del hospital.
Luego la policía hizo un levantamiento hospital por hospital buscando a la enfermera, pero nunca apareció.
En el entierro de tuvo que sellar el cristal del ataud con fotos del niño. La mamá del niño fue internada en un hospital psiquiatrico y murió a los pocos meses. Su padre aún vive y es un alcohólico.
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